Tu voz es sublime, pues tan solo con oírla podría delinear perfectamente en mi imaginación cada curva de tu ser, fantaseo con un manto de terciopelo color carmín que recubre tu cuerpo y embellece tu silueta de mujer.
Encerrándose dentro de un jarrón de cristal solo para ser admirada como una diosa de la belleza, exhibiendo esos labios tan pronunciados y marcados con el molde perfecto, estupendamente pintados de un color que asemeja al fuego que ilumina tu figura mientras te observas frente al espejo y procuras con delicadeza mantener tu hermosura.
El cabello totalmente alaciado y negro cae como cascada por encima de los hombros y se acopla a la figura de tus senos, haciéndolos mas atractivos y objeto de tentación.
El rosar tu cuerpo con el tacto provocaría una sensación de deseo por tu lindura y afición por lo encantador.
Verte tan poderosa, tan genuinamente hermosa, me hace sentir cosquilleo por el cuerpo, me transmite debilidad y ansias por complacer tus peticiones.
Quisiera poner el mundo a tus pies para que puedas contemplar la mirada de miles asombrados de tu magnificencia, pulcritud e inocencia.
Tristemente no me causa asombro que después de un tiempo no muy corto hayas perdido las esperanzas de ver que alguien la torre escala después de enfrentar a tu guardián para así ayudarte a escapar, muchos ya lo han intentado pero nadie lo ha conseguido, sus esfuerzos fueron en vano, todos han caído como niños.
Todo el tiempo han querido que estés con un príncipe honorable, lo que no han percibido es que la mejor opción es alguien que conozca tu rutina, le guste todo de ti y le encante como caminas.
Si me permitieses superar tu protección, dejar el cristal del lado, quedarían todos asombrados de saber que quien la torre protegió y siempre te amó, fue en quien usted princesa, nunca pensó, podría confiarle el corazón, exacto, ese soy yo, el perverso dragón.
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